viernes, 12 de abril de 2013

La Polillazzera: La Improvisación (4)


Con mucha frecuencia, en la bibliografía de distintas publicaciones se observan nombres y autores que, además de repetirse y reiterarse como fuente de información en innumerables ediciones, estas obras – debido a la época en que fueron escritas – están prácticamente “desaparecidas” en nuestros días. Cuando por azar o por una eventualidad se tropieza con uno de estos raros ejemplares, la Polilla Jazzera que uno lleva por dentro, sabe que el “alimento” en estos casos consiste en conservar ese material y, dado la importancia del tratamiento procurado al tema desde la perspectiva histórica, la conveniencia de revisitarlo y compartirlo. De eso se trata. Otra mirada, a partir de aquella mirada. (JR)
Continuación…(…) A las orquestas de más de una decena de ejecutantes les resulta imposible entregarse a la improvisación sin descender al caos. Necesitan de un arreglista que imponga orden, escribiendo un arreglo, lo cual solo beneficia a los ejecutantes mediocres o a los que no son más que excelentes lectores - "paper men", como se dice en la jerga de los músicos norteamericanos -  pero que, lanzados a la creación espontánea, se muestran incapaces de improvisar medio "chorus" sobre el patrón armónico de un "blues", sin sumirse en la afectación y la falsedad. Mas levantan barreras en la senda de los improvisadores genuinos e inspirados; de los músicos que tienen algo que decir, que son los auténticos creadores de la música sincopada. Pues el arte "hot" vive y respira a través de estos realizadores.
Engendrar una castiza atmósfera "hot", con todos sus matices y acentos, sus "breaks" y cadencias, a través de un puñado de instrumentistas y sin servirse del hilo conductor del arreglo, no es faena exenta de dificultades. Todo lo contrario. Necesario es dominar hasta los últimos secretos del mecanismo de los instrumentos; poseer una facultad de invención melódica de fuste, ser dueño de un elevado grado de inspiración, y tener un cabal sentido de la improvisación, del ritmo, de la ejecución en "ensemble"  y de la forma. Los instrumentistas que reúnen todas estas cualidades, no son muchos. De ahí que no sean muchos los genuinos "jazzistas".
No pocos son los lectores eficientes, los ejecutantes capacitados para "cantar" un  los que poseen inspiración para cultivar el arte difícil de la improvisación; para crear un "chorus" tras otro, con absoluta seguridad técnica, coherencia, y expresión: para dar el acento justo, el tono, el matiz genuino de las legítimas interpretaciones "hot". Para ello, no solo debe ser  un buen ejecutante sino también un creador.
Spike Hughes, compositor, musicógrafo y contrabajista irlandés, hablando de la improvisación sincopada anota: "El lego que escucha un disco de veinticinco centímetros, grabado por un conjunto de "jazz", no oye la música de un compositor sino de varios compositores, porque cada ejecutante que improvisa su propia melodía alrededor de un tema común debe estar al nivel de un compositor. Cuando he escrito sobre el "jazz" he tenido siempre dificultad en explicar que la improvisación constituye una forma de composición, de la misma manera que la composición es una forma de la improvisación. En el primer caso, uno escucha el acto de la creación musical mientras ella tiene lugar, en tanto en el otro se oye el mismo acto después de haber tenido efecto, en ambos casos, la música es "compuesta". (Continúa)

Tomado de: “Estética del Jazz” de Néstor R. Ortiz Oderigo / Ricordi Americana, Buenos Aires, Argentina, 1951
Foto: Louis Armstrong

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