El
disco para los que ya no están…
Bill
Evans fue un pianista estadounidense de jazz con una gran soledad interior; culto
y obsesionado por su música. Tenía, como él mismo le llamaba, un “problema de
confianza”, que lo hacía trabajar minuciosamente cada detalle de sus
composiciones. A su juicio carecía de talento, por lo que tuvo que lograrlo
tocando varias horas por día. De padre alcohólico y madre religiosa, durante la
mayor parte de su vida adulta vivió una gran adicción a la heroína. Los
resultados fueron sórdidas condiciones de vida, una brillante carrera, dos
matrimonios fracasados (el primero terminó con un dramático suicidio) y una
muerte temprana (a los 51 años).
You
Must Believe In Spring es el secreto a voces mejor guardado de la discografía
de Bill Evans. Entrar en él, es como
entrar a una secta, en la cual, sólo cumpliendo con el rito de escuchar el
disco religiosamente, a través de las distintas etapas de la vida de uno, es
posible finalmente, luego de años de fidelidad, obtener el acceso al lugar de
formación del silencio. Es un disco que vino del silencio, para dejarnos mudos.
Muchos en el mundo del jazz y fuera de él, comentan por lo bajo, que este es el
disco de los sonidos del silencio. Es como un excelente vino de evolución
eterna, más pasa el tiempo y más se lo degusta. El añejamiento lo agiganta en
sus virtudes.
Es
una parte indispensable del enorme catálogo grabado de Bill Evans, por razones
musicales, pero su peso y significado musical dentro de él, lo convierten en
“la síntesis”, el disco que contiene, todos los Bill Evans posibles.
Fuente:
Guille / el-parlante.com
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