Con mucha frecuencia, en la bibliografía de distintas publicaciones se observan nombres y autores que, además de repetirse y reiterarse como fuente de información en innumerables ediciones, estas obras – debido a la época en que fueron escritas – están prácticamente “desaparecidas” en nuestros días. Cuando por azar o por una eventualidad se tropieza con uno de estos raros ejemplares, la Polilla Jazzera que uno lleva por dentro, sabe que el “alimento” en estos casos consiste en conservar ese material y, dado la importancia del tratamiento procurado al tema desde la perspectiva histórica, la conveniencia de revisitarlo y compartirlo. De eso se trata. Otra mirada, a partir de aquella mirada. (JR)
Continuación…Hasta hace algunos años, la música de los diversos pueblos africanos se conocía tan solo a través de las descripciones de viajeros, misioneros exploradores y cronistas, quienes, según ya lo hemos manifestado, carecían de un bagaje técnico suficiente para llevar a cabo una faena realmente eficaz. Más en la actualidad esta situación ha variado de manera fundamental. En estos últimos tiempos, la musicología y la antropología cultural han efectuado progresos evidentes en este terreno. (…)
Pero, lo que reviste mucha mayor consideración es que existen grabaciones fonográficas de diversas facetas de la música de distintas zonas del África, efectuadas en el propio terreno. Además, se han llevado a cabo registros de música negra en distintos países de América – Brasil, Cuba, Haití, Puerto Rico, las Guayanas, Trinidad, Martinica, Venezuela etcétera – con los cuales se realizan estudios de musicología comparada de las diversas influencias africanas en todo el hemisferio occidental, que es la mejor manera de establecer certeramente hasta que punto supervive la música africana en el Nuevo Mundo, o el grado de transculturización. (…)
También se han realizado algunas películas sonoras de alto valor musicográfico y antropológico, como Dark rapture, exhibida con el título de Hechizo africano. Sus escenas fueron captadas en el Congo belga por la expedición africana de Armand Denis y Leila Roosevelt, a cuya financiación contribuyó el gobierno de Bélgica, y presenta una extensa gama del folklore de esa región y de Tanganica; danzas rituales, ejecución de tambores y de música instrumental en general.
Este “film” – así como los mencionados registros mencionados, muchos de cuyos fragmentos musicales se publicaron en discos de los Reeve Sound Studios – reviste un crecido interés para los que deseen establecer un paralelo entre las expresiones musicales de una importante área cultural africana, con la de los negros norteamericanos, cubanos, haitianos, brasileños etcétera. Pues en su música se advierten de inmediato algunas características típicas del “jazz”, especialmente su carácter polifónico y sus ritmos múltiples, que poseen todo el abandono y el “swing” de su genuina expresión afro estadounidense. Asimismo muestra la escala pentatónica y la presencia de la séptima con bemol: la “blue note”, que, como ha hemos expresado, aparece en los “spirituals”, en los “blues” y en otras clases de música negra de América.
En lo que respecta al africanismo de la música negra norteamericana y del “jazz”, aunque hace tiempo que su dilucidación ha atraído el interés de los investigadores, sólo recientemente se ha llegado a la conclusión de que es imprescindible llevar a cabo estudios comparativos con la música africana, para auscultar concienzudamente su origen. (Continúa…)
Tomado de: “Estética del Jazz” de Néstor R. Ortiz Oderigo / Ricordi Americana, Buenos Aires, Argentina, 1951
Foto: Símbolos de indígenas africanos
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