Con mucha frecuencia, en la bibliografía de distintas publicaciones se observan nombres y autores que, además de repetirse y reiterarse como fuente de información en innumerables ediciones, estas obras – debido a la época en que fueron escritas – están prácticamente “desaparecidas” en nuestros días. Cuando por azar o por una eventualidad se tropieza con uno de estos raros ejemplares, la Polilla Jazzera que uno lleva por dentro, sabe que el “alimento” en estos casos consiste en conservar ese material y, dado la importancia del tratamiento procurado al tema desde la perspectiva histórica, la conveniencia de revisitarlo y compartirlo. De eso se trata. Otra mirada, a partir de aquella mirada. (JR)
Continuación…(…) Cabe subrayar también entre los africanismos del “jazz”, la acentuación de los tiempos débiles del compás o arsis, en lugar de los fuertes o tesis, lo que da por resultado el fraseo “off beat” o “tiempo al aire” de las melodías característica ésta que ya había sido advertida en la música del Africa Occidental. Stephen Chauvet, en su libro sobre la música de la gente de color, en el cual anota ciento dieciocho cantos africanos, dice que los nativos “se acompañan batiendo las manos siempre sobre el segundo tiempo y no sobre el primero como lo hacemos nosotros”. Y Gilberto Valdés, el compositor cubano, asevera que la música negra de su país rara vez se acentúa en los tiempos fuertes.
Conviene hacer referencia asimismo a la interrupción del canto o de la ejecución instrumental con interjecciones o frases cantadas, gritadas o habladas, com puede observarse, entre otros ejemplos, en las versiones del “blues” titulado Dipper mouth blues, donde ya es tradicional insertar la frase “Play that tihing””; la iniciación de las interpretaciones por el “chorus”, en lugar de hacerlo por el “verse”, el cual se suprime con frecuencia; la intensa relación existente entre la melodía y el acompañamiento rítmico, que, en las canciones negras, se efectúa mediante varias clases de tambores, maracas, varillas percutidas unas con otras, golpeteo de los pies y manos y, cortos gritos no musicales. (…) Además, no es pura casualidad el hecho de que los cultores de mayor aliento de la música sincopada son negros.
Otras peculiaridades puramente africanas del “jazz” las hallamos en la importancia que adquiere el ritmo, pues no hay música “hot” sin este elemento vital; la frecuente reiteración temática - “riff” - que figura, prominente, en la música negra de todos los meridianos, etc.
En las expresiones vocales, la preeminencia absoluta de la música sobre la poesía, cuyas palabas son trituradas, cortadas, desfiguradas o convertidas en sonidos inarticulados y onomatopéyicos de los instrumentos de la orquesta es, sin la menor duda, otra transculturización afroamericana.
Esta forma de canto inarticulado, en la cual las palabras se desnudan de sentido semántico para conservar sólo su valor sonoro y rítmico, y que tanto se ha prestado a absurdas distorsiones en manos de cantantes subalternos, incapaces de penetrar la honda belleza que encierra esta manera de interpretación vocal, en manos de artistas del largo alcance de Louis Armstrong, se denomina “scat” o “skat”. En ella, la voz humana frasea de modo muy sincopado, imitando los instrumentos de la orquesta. (Continúa)
Tomado de: “Estética del Jazz” de Néstor R. Ortiz Oderigo / Ricordi Americana, Buenos Aires,
Argentina, 1951
Foto: Dancing-Gakonga-Ndombolo
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