En Temperamento – refiriéndonos por supuesto al documental, no al grupo – aparece la dilación inmotivada de ciertas secuencias cotidianas que para colmo no tienen música ni tampoco presentan indagaciones relevantes en la vida de los músicos, y por ello se hacen particularmente cansinas. También salta a la vista la artificialidad que a veces molesta cuando se les pide a los personajes de un documental que “actúen” con naturalidad para la cámara. Además, está la dedicación expresa a un tipo de espectador que, para gustar sobremanera del documental, tendría que preferir el Latin Jazz en general y la música de Temperamento, en particular. En pocas palabras, que el documental es demasiado prolijo, y digresivo, incluso cuando evidentemente se quiso adoptar visual, y narrativamente, una estructura improvisada y de variaciones sobre un tema, a la manera del jazz.
“Eso que anda” destila incondicionales respeto y admiración por todo lo que los Van Van representan. Tanto el uno como la otra resultan merecidísimos y todos los cubanos suscribimos similar criterio, desde la A hasta la Z. Pero me parece que esta empresa requería de otra estructura, mucho más dinámica, audaz y funcional que el contrapunto entre las imágenes de la gira por Cuba, las entrevistas a expertos y protagonistas “vanvaneros”, y los imprescindibles, deliciosos, materiales de archivo.
(Extracto ) Fuente: Joel del Río / Juventud Rebelde Digital
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