La Mojarra Eléctrica experimenta, lleva la música colombiana a rincones nuevos, acopla la fuerza del rock y el vuelo del jazz, pero nunca se desprende de la raíz. Y como esta música no sacrifica su razón primaria, que es el baile, puede asegurarse que el impacto va a ser aún más seductor.
Ya enumeramos dos características que tiene todo meteorito: alborota y estremece. Una tercera, quizá la más importante, es que cambia el paisaje donde cae. Nuestra música autóctona está pasando por un momento de ferviente renovación. Cada vez parece haber menos espacio para las fórmulas consabidas, y eso es justamente lo que asegura que una expresión artística no muera. Por eso hay que estar atentos al eco de la Mojarra Eléctrica y esperar que ojalá caigan meteoritos más seguido. Juan Carlos Garay / Revista Semana
Mojarra Eléctrica. Mojarra Eléctrica es un grupo musical que nace en el 2001 en las calles del centro de Bogotá (Colombia), en un afán de investigar y difundir las raíces de la música Colombiana, de retomar sus aires y de construir una propuesta que recoja su valor, integrándolo con elementos de la música urbana, tales como el jazz, funk, rock, timba cubana y rap.
Mojarra Eléctrica está conformada por doce músicos de distintas regiones de Colombia, quienes mezclan los instrumentos autóctonos de los litorales Pacifico y Caribe, con instrumentos modernos acompañados por los cantos folclóricos y urbanos creando una fusión que invita al festejo.
Su sonido es una buena mezcla de música tradicional afro Colombiana: desde la costa atlántica empezando con la raíz de ese entorno, el “bullerenge”, “la chalupa” y sus derivados; ritmos sentidos con el golpe del tambor , músicas nacidas de la primera comunidad afro libre de América Del Sur “San Basilio de Palenque”, pasando por el pacifico norte Colombiano, específicamente en el departamento del choco, tierra nutrida por el rió Atrato, bañada por el sonido de una música nacida en canoas llamada “Aguabajo”, y un formato de banda de guerra heredado de Europa liderado por el clarinete, “La Chirimía”. Finalmente, llegando al pacifico sur: Guapi, Timbiqui, Tumaco y en general el departamento del cauca, influenciados y seducidos por el sonido acuático de un instrumento ancestral, “la marimba de chonta”, el pilar fundamental de “El Currulao”, logran establecer una base firme y unas raíces bien arraigadas en la música afro de su país. Todo esto fundido con elementos de la música afro norteamericana: el jazz de Coltrane y Miles Davis, el Funk de James Brown y la poderosa descarga salsera de Nueva York, pasando por la música Antillana desde Cuba, con su timba y el songo de los Van Van y el Latín jazz de los Irakere, hasta Jamaica, con el ragamofin y el reggae de Bob Marley. Toda esta mezcla deriva en un sonido propio, cargado de pasión, interpretaciones de canciones raizales y composiciones propias, logrando una comunión estética evocadora de la madre África con todo el peso de la modernidad. (spinearth.tv)
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