lunes, 9 de noviembre de 2009

La Polillazzera: La Orquesta de Jazz (3)

Con mucha frecuencia en la bibliografía de distintas publicaciones, se observan nombres y autores que, además de repetirse y reiterarse como fuente de información en innumerables ediciones, estas obras – debido a la época en que fueron escritas – están prácticamente “desaparecidas” en nuestros días. Cuando por azar o por una eventualidad se tropieza con uno de estos raros ejemplares, la Polilla jazzera que uno lleva por dentro, sabe que el “alimento” en estos casos consiste en conservar ese material y, dado la importancia del tratamiento dado al tema desde la perspectiva histórica, la conveniencia de revisitarlo y compartirlo. De eso se trata. Otra mirada, a partir de aquella mirada. (JR)
Continuación. (…) En cuanto se generalizó el empleo de los saxófonos en las orquestas sincopadas, varios tradicionales conjuntos que cultivaban las maneras de Luisiana alteraron su vieja instrumentación, dando cabida a la creación del músico belga.
La agrupación de King Oliver, en sus registros fonográficos efectuados a principios de 1923, ya cuenta un saxófono bajo, y más tarde, a fines de noviembre del mismo año, con uno algo, en manos de Stomp Evans. Las grabaciones de la Cook’s Dreamland Orchestra, que datan de la misma época, presentan ya un trío de saxófonos: dos altos y un tenor, además del clarinete de Jimmie Noone. Jelly Roll Morton incluye, asimismo, saxófonos en algunos de sus discos grabados entre 1923 y 1924.
En lo que respecta a las orquestas integradas por músicos blancos, la Original Dixieland Jazz Band, en sus grabaciones realizadas a partir de diciembre de 1920 (Margie, Palesteena, Sweet mama, etcétera) incorporó al saxofonista alto y barítono Bennie Krueger, alterando así el “ensemble” polifónico. Por su parte, los New Orleans Rhythm Kings no se sustrajeron a esta tendencia, sino que siguieron la misma huella; en sus discos gramofónicos efectuados en 1922 cuentan con la colaboración del saxofonista Jack Petties.
Mientras tanto, a medida que aumentaba el número de los miembros de la sección melódica de las orquestas de “jazz”, los estilos y las escuelas iban evolucionando, desarraigándose ambos, cada vez más, de los castizos fundamentos afro-estadounidenses de Nueva Orleans y abandonándose la polifonía horizontal, típica de Luisiana, en beneficio del “ensemble” preconcebido y arreglado.
Por entonces, el saxófono fue aceptado en el seno de la orquesta “hot” no solo como un instrumento útil, sino también imprescindible. Desde luego que esto es absolutamente inexacto. Y se lo empleó en dúos, en tríos o cuartetos, en armonizaciones junto con los instrumentos de metal, así como en los solos. (…)
Los saxófonos se construyen en seis registros distintos: sopranino, soprano, alto, tenor, barítono y bajo, por lo común en las tonalidades de si bemol y mi bemol. En el “jazz”, los registros preferidos, en razón de la flexibilidad de sus voces, son el alto y el tenor, aunque también se emplean el soprano, en el cual Sidney Béchet es un maestro inigualable; el barítono, manejado a la maravilla por Harry Carney, de la orquesta de Duke Ellington, y el bajo, como “astro” ha sido, durante mucho tiempo, Adrián Rollini.
Continúa…
Foto: Harry Carney
Tomado de: “Estética del Jazz” de Néstor R. Ortiz Oderigo / Ricordi Americana, Buenos Aires, Argentina, 1951

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